2019

Cuando comenzó a salir la migración pobre, la inmensa mayoría de venezolanos partieron con su alma cargada de emociones y esperanzas, nunca hubo lugar en nuestra historia para esto que vivimos. Los que se han ido, han sido unos guerreros como los que se quedaron. Desde el exilio muchas veces uno comparte sonrisas y momentos alegres con las personas que te rodean, y entre risas entramos en una especie de dimensión que parece eterna y los pensamientos cobran vida, todo en cuestión de segundos cuando simultáneamente te cuestionas si es justo este momento de risas mientras tu familia la pasa mal, resulta difícil explicar la confrontación moral que se atraviesa en ese momento.

Muchos cuestionan esto como normal, porque estando en el exilio, el vacío que se siente por no tener a tus seres queridos cerca, se refleja en tu estado de ánimo y motivación. Además comentan que su paz llega cuando logran enviar algún tipo de ayuda a su familia en Venezuela, sin embargo nunca es suficiente. Nosotros nunca fuimos educados en una cultura de desprendimiento, lo de nosotros es un fenómeno que en muy pocos países se puede notar. Los domingos en familia no eran casualidades, como dice el principio universal del derecho: "La costumbre se hace ley". El asado o parrilla, la sopa y el dominó, con unas cervezas blancas vestidas de novia (como se conoce popularmente) por el hielo que las cubría, eran lo que marcaba el escenario de reunión, que cobraba vida por todas las personas que habitamos esos momentos que nunca valoramos porque creímos eternos.

El estar afuera te hace crecer espiritualmente y disfrutar las cosas pequeñas, dejando a un lado todo el excentrismo y las cosas vacías. Hoy nos toca dar el feliz año a través de una pantalla y en diferente huso horario, nos hicimos expertos en lidiar con el "Jet Lag", desde USA, México, Chile, Argentina, España o el lugar más remoto o exótico, llegando a la India o Malasia, en donde este cualquier venezolano, solo deseo de corazón que puedan tener a las personas que aman a su lado, porque la familia no solamente es sangre sino también quien te vio crecer, al que te curó la fiebre con un pañito de agua fría, al que te levantó cuando te caíste o quien estuvo contigo en algún momento memorable de tú infancia. Solo deseo que esta tormenta pase y que en sus corazones sea el lugar más feliz del mundo. Pero lo más importante deseo que aquellos opresores caigan y den libertad a quienes amamos profundamente al país, para que volvamos a construirlo en los simientos de la verdadera sociedad y de país que tenemos en la mente y en el corazón  pero que aquellos tiranos no quieren que conozcas por miedo a enfrentarse a la Venezuela que está por venir.

Feliz año nuevo mi Venezuela amada a ti y a todos tus hijos dentro y fuera de tus fronteras llenas de gracia infinita.

Atilio Palma

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