El culpable es el mamut

Hace unas dos semanas Venezuela se quedó a oscuras por unos 6 días aproximadamente, mientras transcurría ese lapso de tiempo de manera simultánea en los hospitales morían niños, jóvenes y adultos mayores a consecuencia de la desgracia y desfalco a la nación, en las calles sólo se escuchaban el rugidos de motos de vándalos que hacían de las suyas saqueando todo aquello que podían, jamás se desconoció tanto el concepto de civismo y sociedad en un día, los que saben, dicen que el régimen soltó aquellas personas privadas de libertad para que lideraran todo tipo de actos atroces a lo que el venezolano y cualquier civilización del mundo repudia en su totalidad. Vivimos la época más oscura, dicen que estamos viendo la luz al final del túnel, pero creo que es una flota de camiones que viene de frente a toda velocidad con etiquetas rojas resaltando Socialismo del Siglo XXI y con la cara del dictador supremo.

Mi estado de ánimo fuera del país se basa en un sentimiento de culpa por todo.
Me sentí culpable por poder comprar en un supermercado y encontrar todo,
me sentí culpable por poder salir a la calle libremente,
me sentí culpable por tener luz,
me sentí culpable por comer,
me sentí culpable por tener salud,
me sentí culpable por tener un trabajo,
me sentí culpable de poder comunicarme con otros y no con mi familia
me sentí culpable de sonreir cuando quería llorar, como finaliza aquél poema de Garrick ..."porque en los seres que el dolor debora, el alma llora cuando el rostro ríe". Pero sobretodo me siento culpable de no poder hacer más por mi familia, por sacarlos de aquel infierno, son personas tan nobles y que me dieron tanto, que es inevitable no poder sentir toda clase de culpa, y de no poder hacer más por ellos y por el país.

Me siento profundamente derrotado, sentido, golpeado, cabizbajo, decaído, las ganas de comerme el mundo están por el suelo, el sueño de libertad que tengo para Venezuela en el corazón, hoy, estos crueles y mal nacidos lo tienen pisoteado, sin esperanzas, esta enfermo de muerte. Y sé que todo esto es una victoria para ellos, pero por primer vez en tanto tiempo me permito esta derrota, como consecuencia de mi humanidad. Desde mi soledad solo me escribo a mí mismo estas líneas para expulsar todo aquello que me guardo, y aunque no funcione, es lo más cercano que tengo para estar bien conmigo mismo. El deseo sigue siendo que todos aquellos que tienen secuestrados mi hermoso país mueran. Pido perdón a toda mi familia por no poder hacer más, por no haber planteado mejor mis estrategias cuando pensé en emigrar y aquellos que estamos afuera solo tenemos una pequeña parte de nosotros en el exilio, para poder cumplir con los deberes que nos toca, pero nuestra mente, alma, espíritu y corazón se quedaron en Venezuela, con la esperanza de volver a ser uno solo algún día.

Atilio Palma

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